domingo, 18 de diciembre de 2011

 En una noche fría y lluviosa de diciembre, tú eres el único capaz de quitarme la humedad de los huesos con una simple caricia y de hacer que se instale mi propio verano, más bien nuestro propio verano, a nuestro alrededor.  Haces que llore interiormente de felicidad cada  vez que estoy contigo, y reconozco que este camino es un camino de rosas y bastante lleno de espinas.  Pero, ¿sabes qué?  Me da igual, supongo que por ti sería capaz de hacer más cosas de las que me imagino.
El sabor de tus besos en mis labios hacen que todas mis nubes oscuras y negras desaparezcan de encima de mi cabeza.


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