domingo, 11 de septiembre de 2011

Y de repente sobre tu cabeza se instala un conjunto de nubes grises, permanentes. Piensas que con el tiempo pasará, como todo, pero te equivocas. Cuando parece que empieza a salir el sol entre las nubes esponjosas y negras, se vuelve a cubrir. Y así mil veces más.  Pero esta vez, descarga. Caen miles y miles de gotas que se derraman y resbalan por tus mejillas en forma de lágrimas.  Te desgarran la piel que tocan porque cada una que te cae pesa toneladas y toneladas. Sientes que la angustia que tienes en el pecho te desgarra. Te pesa todo desde tu cuerpo hasta tu alma. De repente todo se complica, da mil vueltas. 

Pero no te preocupes porque después de la tormenta siempre llegará la calma.

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