miércoles, 15 de junio de 2011

Las palabras son esas unidades que nos permiten comunicarnos y expresarnos con la gente. Pero curiosamente, algunas veces lo único que hacen es complicar las cosas. Hay veces que para describir sentimientos, emociones, las palabras no nos ayudan, es más probablemente nos confunden y nos hacen crear malentendidos. Normalmente pasa con las relaciones, siempre nos empeñamos en llamar algo a la otra persona. ¿Por qué? No lo sé. Qué más da lo que sea para mí o lo que yo sea para él. Lo importante es que somos algo el uno para el otro y que hay algo que nos une. Qué más da si es amor, o quizás simplemente atracción o a lo mejor no es nada de estas dos palabras porque aún no hemos compartido demasiado tiempo y no  sabemos lo que es. No hay un nombre que lo define, pero lo importante es que es ALGO. Le podríamos llamar X, Y o Z. 
Pero si en vez de perder el tiempo buscándole un nombre, una palabra perfecta que lo describa al dedillo, sin crearnos confusiones. Disfrutásemos y nos quisiéramos como nos lo pide el corazón, todo sería mucho mejor y bastante más fácil. Pero claro esa incógnita de no saber lo que somos para el otro, nos destroza poquito a poco y nos provoca que comiencen las dudas y las preguntas a asomarnos por nuestro torpe cerebro. ¿Seré algo más que un simple lío? ¿Me estaré ilusionando con él? ¿Me querrá tanto como yo a él? ¿Se habrá enamorado de mí? Y cada una de estas preguntas nos impide, definitivamente arriesgarnos y disfrutar de lo que ha nacido entre dos personas. Llamémoslo X, Y o Z, pero lo importante es que hay algo y no siempre sucede.

No hay comentarios:

Publicar un comentario