jueves, 17 de febrero de 2011

Oscuridad y tinieblas.

Y de repente su nuevo amanecer se ha convertido es una oscura y tenebrosa noche de tormenta. Se ha dado cuenta que realmente no somos conscientes de la suerte que tenemos. Tendríamos que dar  las gracias todos los días por poder sonreír a diario, vivir con las menores preocupaciones, mirar a tu alrededor y ver que hay gente que te quiere, que te  aprecia y sobretodo que te tenderá la mano cuando estés en el más oscuro de los pozos. Yo hasta ahora no había sido consciente. Hoy me he dado cuenta que la felicidad es el sentimiento más efímero que existe en esta vida. Incluso más efímero que el nuevo amor moderno que no dura una milésima de segundo. La verdad es que si hasta hace poco podía decir que era feliz, en estos momentos se me acaba de escapar una gran parte de mi felicidad. Espero, que esta etapa pase pronto. Y yo vuelva a sonreír como en los viejos tiempos. Y no solo sonreír con la boca, no. La verdadera felicidad es esa que te produce ese brillo en los ojos, esa humedad que hace que resplandezcan. Si, como si fueran transparentes. Tan transparentes como para ver tu corazón con una simple y compleja mirada. Y ahora, con los ojos cerrados y anegados en miles de lágrimas digo en un pequeño murmullo: Quiero volver a mirar con felicidad.

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