- Te reto..
- ¿A qué?
- A que te enamores de mi.
- ¿Solo a eso?
- ¿Te parece poco? Soy la más complicada e imperfecta de este mundo.
- No pasa nada, eso no es imposible. ¿Qué te parece si te reto yo a otra cosa?
- Bueno, dime.
- A que te enamores de mí.
- Vale me parece buen reto. Buena suerte, que te va a hacer falta
- Igualmente
Pobres inocentes. Sin querer reconocerlo, ya estaban completamente enamorados el uno del otro. Eso es lo peligroso de jugar a quererse. Que puede llegar a no ser un juego. Y ahí o se convierte un dulce sueño o en una atractiva pesadilla.
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